2/7/07

XIII. Tema - El día del Señor (tercer mandamiento)

1. “El día séptimo”.
2. El precepto dominical.
3. Santificación del trabajo y del descanso.
4. Aplicaciones prácticas.

1. “El día séptimo”.
En la antigua alianza, Dios puso una medida al pueblo elegido para el culto a la vez que para el descanso: un día de cada siete –el sábado- era día “santamente reservado a la alabanza de Dios” (2171)
2171 Dios confió a Israel el Sábado para que lo guardara como signo de la alianza inquebrantable (cf Ex 31,16). El Sábado es para el Señor, santamente reservado a la alabanza de Dios, de su obra de creación y de sus acciones salvíficas en favor de Israel.

y al descanso (2172).
2172 El obrar de Dios es el modelo del obrar humano. Si Dios "tomó respiro" el día séptimo (Ex 31,17), también el hombre debe "holgar" y hacer que los otros, sobre todo los pobres, "recobren aliento" (Ex 23,12). El Sábado interrumpe los trabajos cotidianos y concede un respiro. Es un día de protesta contra las servidumbres del trabajo y el culto al dinero (cf Ne 13, 15-22; 2 Cro 36,21).

En la nueva alianza el acontecimiento central es la Resurrección del Señor, acaecida el domingo. Desplazó así al sábado, pues “para los cristianos vino a ser el primero de todos los días, la primera de todas las fiestas, el día del Señor, el ‘domingo’” (2174).
2174 Jesús resucitó de entre los muertos "el primer día de la semana" (Mt 28,1; Mc 16,2; Lc 24,1; Jn 20,1). En cuanto "primer día", el día de la Resurrección de Cristo recuerda la primera creación. En cuanto "octavo día", que sigue al sábado (cf Mc 16,1; Mt 28,1), significa la nueva creación inaugurada con la resurrección de Cristo. Para los cristianos vino a ser el primero de todos los días, la primera de todas las fiestas, el día del Señor ("Hè kyriakè hèmera", "dies dominica"), el "domingo":

Nos reunimos todos el día del sol porque es el primer día (después del sábado judío, pero también el primer día), en que Dios, sacando la materia de las tinieblas, creó al mundo; ese mismo día, Jesucristo nuestro Salvador resucitó de entre los muertos (S. Justino, Apol. 1,67).

“La celebración del domingo cumple la prescripción moral, inscrita en el corazón del hombre, de dar a Dios un culto exterior, visible, público y regular” (2176).
2176 La celebración del domingo observa la prescripción moral, inscrita en el corazón del hombre, de " dar a Dios un culto exterior, visible, público y regular bajo el signo de su bondad universal hacia los hombres" (S. Tomás de Aquino, s. th. 2-2, 122,4). El culto dominical realiza el precepto moral de la Antigua Alianza, cuyo ritmo y espíritu recoge celebrando cada semana al Creador y Redentor de su pueblo.

“La celebración dominical del día y de la Eucaristía del Señor –sacrificio de la nueva alianza- tiene un papel principalísimo en la vida de la Iglesia” (2177).
2177 La celebración dominical del Día y de la Eucaristía del Señor tiene un papel principalísimo en la vida de la Iglesia. "El domingo en el que se celebra el misterio pascual, por tradición apostólica, ha de observarse en toda la Iglesia como fiesta primordial de precepto" (CIC, can. 1246,1).

"Igualmente deben observarse los días de Navidad, Epifanía, Ascensión, Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, Santa María Madre de Dios, Inmaculada Concepción y Asunción, San José, Santos Apóstoles Pedro y Pablo y, finalmente, todos los Santos" (CIC, can. 1246,1).


2. El precepto dominical.
“El mandamiento de la Iglesia determina y precisa la ley del Señor: ‘El domingo y las demás fiestas de precepto todos los fieles tienen obligación de participar en la misa’” (2180),
2180 El mandamiento de la Iglesia determina y precisa la ley del Señor: "El domingo y las demás fiestas de precepto los fieles tienen obligación de participar en la Misa" (CIC, can. 1247). "Cumple el precepto de participar en la Misa quien asiste a ella, dondequiera que se celebre en un rito católico, tanto el día de la fiesta como el día anterior por la tarde" (CIC, can. 1248,1)

“a no ser que estén excusados por una razón seria (por ejemplo, enfermedad, el cuidado de niños pequeños) o dispensados por su pastor propio. Los que deliberadamente faltan a esta obligación cometen un pecado grave” (2181).
2181 La eucaristía del Domingo fundamenta y ratifica toda la práctica cristiana. Por eso los fieles están obligados a participar en la eucaristía los días de precepto, a no ser que estén excusados por una razón seria (por ejemplo, enfermedad, el cuidado de niños pequeños) o dispensados por su pastor propio (cf CIC, can. 1245). Los que deliberadamente faltan a esta obligación cometen un pecado grave.

Debe notarse que “participar” es algo más que “asistir”; es “participar del misterio redentor de Cristo”. Tiene como manifestaciones externas la presencia activa y atenta, propia del fiel cristiano, que nunca es un espectador en misa, sino que (por el carácter sacerdotal del bautismo), participa en la celebración divina, aunque de manera distinta a la del celebrante.

El precepto no se limita a la celebración eucarística. Esos días “los fieles se abstendrán de entregarse a trabajos o actividades que impidan el culto debido a Dios, la alegría propia del día del Señor, la práctica de obras de misericordia, el descanso necesario del espíritu y del cuerpo” (2185).
2185 Durante el domingo y las otras fiestas de precepto, los fieles se abstendrán de entregarse a trabajos o actividades que impidan el culto debido a Dios, la alegría propia el día del Señor, la práctica de las obras de misericordia, la distensión necesaria del espíritu y del cuerpo (cf CIC, can. 1247). Las necesidades familiares o una gran utilidad social constituyen excusas legítimas respecto al precepto del descanso dominical. Los fieles deben cuidar que legítimas excusas no introduzcan hábitos perjudiciales a la religión, a la vida de familia y a la salud.

El amor de la verdad busca el santo ocio, la necesidad del amor acoge el justo trabajo (S. Agustín, civ. 19,19).

En este aspecto, excusan las necesidades familiares o de gran utilidad social. De ahí que, “en el respeto de la libertad religiosa y del bien común de todos, los cristianos deben esforzarse por obtener el reconocimiento de los domingos y días de fiesta de la Iglesia como días festivos legales” (2188).
2188 En el respeto de la libertad religiosa y del bien común de todos, los cristianos deben reclamar el reconocimiento de los domingos y días de fiesta de la Iglesia como días festivos legales. Deben dar a todos un ejemplo público de oración, de respeto y de alegría, y defender sus tradiciones como una contribución preciosa a la vida espiritual de la sociedad humana. Si la legislación del país u otras razones obligan a trabajar el domingo, este día debe ser al menos vivido como el día de nuestra liberación que nos hace participar en esta "reunión de fiesta", en esta "asamblea de los primogénitos inscritos en los cielos" (Hb 12,22-23).

No existe obligación de recibir la comunión cada domingo, aunque es muy recomendable si se tienen las disposiciones necesarias (estar en gracia y guardar un ayuno eucarístico de una hora). El precepto en este aspecto es comulgar al menos por Pascua (2042).
2042 El primer mandamiento (oír misa entera y los domingos y demás fiestas de precepto y no realizar trabajos serviles") exige a los fieles que santifiquen el día en el cual se conmemora la Resurrección del Señor y las fiestas litúrgicas principales en honor de los misterios del Señor, de la Santísima Virgen María y de los santos, en primer lugar participando en la celebración eucarística, y descansando de aquellos trabajos y ocupaciones que puedan impedir esa santificación de estos días (cf CIC can. 1246-1248; CCEO, can. 880, § 3; 881, §§ 1. 2. 4).

El segundo mandamiento ("confesar los pecados mortales al menos una vez al año") asegura la preparación para la Eucaristía mediante la recepción del sacramento de la Reconciliación, que continúa la obra de conversión y de perdón del Bautismo (cf CIC can. 989; CCEO can.719).

El tercer mandamiento ("recibir el sacramento de la Eucaristía al menos por Pascua") garantiza un mínimo en la recepción del Cuerpo y la Sangre del Señor en conexión con el tiempo de Pascua, origen y centro de la liturgia cristiana (cf CIC can. 920; CCEO can. 708. 881, § 3).


3. Santificación del trabajo y del descanso.
La existencia de un día especialmente consagrado a Dios, tiene también una referencia al resto de los días, ya que los fieles se unen al sacrificio de Cristo con el ofrecimiento de sus trabajos y su vida. Todos los fieles, y en particular los laicos, “están llamados y preparados para producir siempre los frutos más abundantes del Espíritu. En efecto, todas sus obras, oraciones, tareas apostólicas, la vida conyugal y familiar, el trabajo diario, el descanso espiritual y corporal, si se realizan en el Espíritu, incluso las molestias de la vida, si se llevan con paciencia, todo ello se convierte en sacrificios espirituales agradables a Dios por Jesucristo, que ellos ofrecen con toda piedad a Dios Padre en la celebración de la Eucaristía uniéndolos a la ofrenda del cuerpo del Señor. De esta manera, también los laicos (...) consagran el mundo mismo a Dios” (901).
901 "Los laicos, consagrados a Cristo y ungidos por el Espíritu Santo, están maravillosamente llamados y preparados para producir siempre los frutos más abundantes del Espíritu. En efecto, todas sus obras, oraciones, tareas apostólicas, la vida conyugal y familiar, el trabajo diario, el descanso espiritual y corporal, si se realizan en el Espíritu, incluso las molestias de la vida, si se llevan con paciencia, todo ello se convierte en sacrificios espirituales agradables a Dios por Jesucristo, que ellos ofrecen con toda piedad a Dios Padre en la celebración de la Eucaristía uniéndolos a la ofrenda del cuerpo del Señor. De esta manera, también los laicos, como adoradores que en todas partes llevan una conducta sana, consagran el mundo mismo a Dios" (LG 34; cf. LG 10).

4. Aplicaciones prácticas.

- Se pueden ofrecer diversos ejemplos de piedad en la santa Misa, con el apoyo del capítulo de Camino “La Santa Misa”.
Camino 528. Una característica muy importante del varón apostólico es amar
la Misa.

Camino 529. La Misa es larga, dices, y añado yo: porque tu amor es corto.

Camino 530. ¿No es raro que muchos cristianos, pausados y hasta solemnes
para la vida de relación (no tienen prisa), para sus poco activas
actuaciones profesionales, para la mesa y para el descanso (tampoco tienen
prisa), se sientan urgidos y urjan al Sacerdote, en su afán de recortar,
de apresurar el tiempo dedicado al Sacrificio Santísimo del Altar?

Camino 532. Cómo lloró, al pie del altar, aquel joven Sacerdote santo que
mereció martirio, porque se acordaba de un alma que se acercó en pecado
mortal a recibir a Cristo! -¿Así le desagravias tú?

Camino 533. Humildad de Jesús: en Belén, en Nazaret, en el Calvario...
-Pero más humillación y más anonadamiento en la Hostia Santísima: más que
en el establo, y que en Nazaret y que en la Cruz. Por eso, qué obligado
estoy a amar la Misa! ("Nuestra" Misa, Jesús...)

Camino 534. Cuántos años comulgando a diario! -Otro sería santo -me has
dicho-, y yo siempre igual! -Hijo -te he respondido-, sigue con la diaria
Comunión, y piensa: ¿qué sería yo, si no hubiera comulgado?

Camino 535. Comunión, unión, comunicación, confidencia: Palabra, Pan,
Amor.

Camino 536. Comulga. -No es falta de respeto. -Comulga hoy precisamente,
cuando acabas de salir de aquel lazo. -¿Olvidas que dijo Jesús: no es
necesario el médico a los sanos, sino a los enfermos?

Camino 537. Cuando te acercas al Sagrario piensa que El!... te espera
desde hace veinte siglos.

Camino 538. Ahí lo tienes: es Rey de Reyes y Señor de Señores. -Está
escondido en el Pan. Se humilló hasta esos extremos por amor a ti.

Camino 539. Se quedó para ti. -No es reverencia dejar de comulgar, si
estás bien dispuesto. -Irreverencia es sólo recibirlo indignamente.

Camino 541. Hay una urbanidad de la piedad. -Apréndela. -Dan pena esos
hombres "piadosos", que no saben asistir a Misa -aunque la oigan a
diario-, ni santiguarse -hacen unos raros garabatos, llenos de
precipitación-, ni hincar la rodilla ante el Sagrario -sus genuflexiones
ridículas parecen una burla-, ni inclinar reverentemente la cabeza ante
una imagen de la Señora.

Camino 543. Me viste celebrar la Santa Misa sobre un altar desnudo -mesa y
ara-, sin retablo. El Crucifijo, grande. Los candeleros recios, con
hachones de cera, que se escalonan: más altos, junto a la cruz. Frontal
del color del día. Casulla amplia. Severo de líneas, ancha la copa y rico
el cáliz. Ausente la luz eléctrica, que no echamos en falta. -Y te costó
trabajo salir del oratorio: se estaba bien allí. ¿Ves cómo lleva a Dios,
cómo acerca a Dios el rigor de la liturgia?

- La santificación del descanso invita a cristianizar las formas de descanso y diversión. “Urge recristianizar las fiestas y costumbres populares.- Urge evitar que los espectáculos públicos se vean en esta disyuntiva: o ñoños o paganos. Pide al Señor que haya quien trabaje en esa labor de urgencia, que podemos llamar ‘apostolado de la diversión’” (Camino, 975).

Bibliografía

Textos básicos:

- TRESE, Leo, La fe explicada (Ed. Rialp), pag. 279-285.

Libros que requieren cierta formación:

- JUAN PABLO II, Carta Apostólica Dies Domini: toda la carta trata de este tema, pero un resumen de la misma se encuentra en la introducción y la conclusión de la misma; sobre el precepto en sí mismo, vid. nn. 46-48.

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