2/7/07

XXIII. Tema - El matrimonio

1. Naturaleza, propiedades, fines.
2. El consentimiento matrimonial.
3. Elementos sacramentales.
4. Aplicaciones prácticas.

1. Naturaleza, propiedades, fines.
El sacramento del matrimonio no es, entre bautizados, una realidad distinta –”añadida”- al matrimonio mismo: es la misma alianza matrimonial la que “fue elevada por Cristo nuestro Señor a la dignidad de sacramento entre bautizados” (1601).
1601 "La alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole, fue elevada por Cristo Nuestro Señor a la dignidad de sacramento entre bautizados" (CIC, can. 1055,1)

Por eso, para ellos, la disyuntiva es clara: o hay matrimonio sacramental, o no hay matrimonio en absoluto.

“El amor de los esposos exige, por su misma naturaleza, la unidad e indisolubilidad de la comunidad de personas que abarca la vida entera de los esposos” (1644):
1644 El amor de los esposos exige, por su misma naturaleza, la unidad y la indisolubilidad de la comunidad de personas que abarca la vida entera de los esposos: "De manera que ya no son dos sino una sola carne" (Mt 19,6; cf Gn 2,24). "Están llamados a crecer continuamente en su comunión a través de la fidelidad cotidiana a la promesa matrimonial de la recíproca donación total" (FC 19). Esta comunión humana es confirmada, purificada y perfeccionada por la comunión en Jesucristo dada mediante el sacramento del matrimonio. Se profundiza por la vida de la fe común y por la Eucaristía recibida en común.

son las propiedades esenciales. La unidad viene exigida por la igual dignidad de varón y mujer (1645).
1645 "La unidad del matrimonio aparece ampliamente confirmada por la igual dignidad personal que hay que reconocer a la mujer y el varón en el mutuo y pleno amor" (GS 49,2). La poligamia es contraria a esta igual dignidad de uno y otro y al amor conyugal que es único y exclusivo.

Y “el amor conyugal exige de los esposos, por su misma naturaleza, una fidelidad inviolable. Esto es consecuencia del don de sí mismos que se hacen mutuamente los esposos. El auténtico amor tiende por sí mismo a ser algo definitivo, no algo pasajero” (1646).
1646 El amor conyugal exige de los esposos, por su misma naturaleza, una fidelidad inviolable. Esto es consecuencia del don de sí mismos que se hacen mutuamente los esposos. El auténtico amor tiende por sí mismo a ser algo definitivo, no algo pasajero. "Esta íntima unión, en cuanto donación mutua de dos personas, como el bien de los hijos exigen la fidelidad de los cónyuges y urgen su indisoluble unidad" (GS 48,1).

Hay un motivo más profundo en los cristianos para la indisolubilidad: “consiste en la fidelidad de Dios a su alianza, de Cristo a su Iglesia” (1647),
1647 Su motivo más profundo consiste en la fidelidad de Dios a su alianza, de Cristo a su Iglesia. Por el sacramento del matrimonio los esposos son capacitados para representar y testimoniar esta fidelidad. Por el sacramento, la indisolubilidad del matrimonio adquiere un sentido nuevo y más profundo.

que testimonian los esposos.

Los fines se pueden resumir en tres palabras: formar una familia. Se puede desglosar en un doble fin: el matrimonio está “ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole” (1601).
1601 "La alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole, fue elevada por Cristo Nuestro Señor a la dignidad de sacramento entre bautizados" (CIC, can. 1055,1)

2. El consentimiento matrimonial.
El elemento esencial de constitución del matrimonio es el intercambio del consentimiento entre los esposos; “si el consentimiento falta, no hay matrimonio” (1626).
1626 La Iglesia considera el intercambio de los consentimientos entre los esposos como el elemento indispensable "que hace el matrimonio" (CIC, can. 1057,1). Si el consentimiento falta, no hay matrimonio.

Como sucede en general en los contratos, el consentimiento tiene algunos requisitos: debe ser libre, exento de coacción, violencia, temor grave externo (1628).
1628 El consentimiento debe ser un acto de la voluntad de cada uno de los contrayentes, libre de violencia o de temor grave externo (cf CIC, can. 1103). Ningún poder humano puede reemplazar este consentimiento (CIC, can. 1057, 1). Si esta libertad falta, el matrimonio es inválido.

También debe versar sobre el matrimonio: si se excluye alguna propiedad esencial o algún fin, el consentimiento es inválido y el matrimonio nulo.

También debe ser entre sujetos hábiles. Hay una serie de impedimentos establecidos, algunos de derecho natural, otros de derecho eclesiástico; los primeros no pueden dispensarse, los segundos sí (ejemplos de los primeros son la impotencia –no debe confundirse con la esterilidad, que no impide el matrimonio-, y el parentesco en línea recta; de los segundos, el contraído con no bautizado o el orden sagrado). Asimismo se requiere capacidad para prestar el consentimiento, y para asumir las obligaciones esenciales del matrimonio.

3. Elementos sacramentales.
El signo sacramental es la misma emisión del consentimiento, y por ello los ministros son los mismos contrayentes, que “se confieren mutuamente el sacramento” (1623).
1623 Según la tradición latina, los esposos, como ministros de la gracia de Cristo, manifestando su consentimiento ante la Iglesia, se confieren mutuamente el sacramento del matrimonio. En las tradiciones de las Iglesias orientales, los sacerdotes –Obispos o presbíteros– son testigos del recíproco consentimiento expresado por los esposos (cf. CCEO, can. 817), pero también su bendición es necesaria para la validez del sacramento (cf CCEO, can. 828).

Para su recepción fructuosa, se debe estar en gracia (1622).
1622 "En cuanto gesto sacramental de santificación, la celebración del matrimonio...debe ser por sí misma válida, digna y fructuosa" (FC 67). Por tanto, conviene que los futuros esposos se dispongan a la celebración de su matrimonio recibiendo el sacramento de la penitencia.

Además de la gracia santificante, los esposos reciben la gracia sacramental propia, “destinada a perfeccionar el amor de los cónyuges, a fortalecer su unidad indisoluble”, con la que “se ayudan mutuamente a santificarse con la vida matrimonial conyugal y en la acogida y educación de los hijos” (1641).
1641 "En su modo y estado de vida, (los cónyuges cristianos) tienen su carisma propio en el Pueblo de Dios" (LG 11). Esta gracia propia del sacramento del matrimonio está destinada a perfeccionar el amor de los cónyuges, a fortalecer su unidad indisoluble. Por medio de esta gracia "se ayudan mutuamente a santificarse con la vida matrimonial conyugal y en la acogida y educación de los hijos" (LG 11; cf LG 41).

Con el matrimonio, los cónyuges reciben una verdadera misión eclesial, que consiste en crear una verdadera “Iglesia doméstica” (1656)
1656 En nuestros días, en un mundo frecuentemente extraño e incluso hostil a la fe, las familias creyentes tienen una importancia primordial en cuanto faros de una fe viva e irradiadora. Por eso el Concilio Vaticano II llama a la familia, con una antigua expresión, "Ecclesia domestica" (LG 11; cf. FC 21). En el seno de la familia, "los padres han de ser para sus hijos los primeros anunciadores de la fe con su palabra y con su ejemplo, y han de fomentar la vocación personal de cada uno y, con especial cuidado, la vocación a la vida consagrada" (LG 11).

y perpetuar la Iglesia con los hijos, a quienes deben educar en la fe (1653).
1653 La fecundidad del amor conyugal se extiende a los frutos de la vida moral, espiritual y sobrenatural que los padres transmiten a sus hijos por medio de la educación. Los padres son los principales y primeros educadores de sus hijos (cf. GE 3). En este sentido, la tarea fundamental del matrimonio y de la familia es estar al servicio de la vida (cf FC 28).

El matrimonio cristiano es así una verdadera vocación, y un camino de santidad.

Por ser el matrimonio sacramental un acto litúrgico, un compromiso que crea derechos y deberes dentro de la Iglesia, un estado de vida, y por su carácter público que protege y ayuda al consentimiento, “la Iglesia exige ordinariamente para sus fieles la forma eclesiástica de la celebración del matrimonio” (1631).
1631 Por esta razón, la Iglesia exige ordinariamente para sus fieles la forma eclesiástica de la celebración del matrimonio (cf Cc. de Trento: DS 1813-1816; CIC, can. 1108). Varias razones concurren para explicar esta determinación:

– El matrimonio sacramental es un acto litúrgico. Por tanto, es conveniente que sea celebrado en la liturgia pública de la Iglesia.

– El matrimonio introduce en un ordo eclesial, crea derechos y deberes en la Iglesia entre los esposos y para con los hijos.

– Por ser el matrimonio un estado de vida en la Iglesia, es preciso que exista certeza sobre él (de ahí la obligación de tener testigos).

– El carácter público del consentimiento protege el "Sí" una vez dado y ayuda a permanecer fiel a él.


Es una condición de validez (por eso el “matrimonio civil” entre católicos es nulo).

4. Aplicaciones prácticas.
Lógicamente dependerán de la situación matrimonial de los asistentes, y de sus edades. Para jóvenes solteros, conviene hacer hincapié en la necesidad de prepararse bien para el matrimonio (cfr. 1362),

que incluye poner en juego la prudencia y el sentido sobrenatural para escoger novio/a, y vivir un noviazgo limpio que verdaderamente prepare para la vida matrimonial (2350).
2350 Los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia. En esta prueba han de ver un descubrimiento del mutuo respeto, un aprendizaje de la fidelidad y de la esperanza de recibirse el uno y el otro de Dios. Reservarán para el tiempo del matrimonio las manifestaciones de ternura específicas del amor conyugal. Deben ayudarse mutuamente a crecer en la castidad.

Para personas casadas, conviene insistir en el alegre y abnegado cumplimiento de sus obligaciones matrimoniales y familiares (1657),
1657 Aquí es donde se ejercita de manera privilegiada el sacerdocio bautismal del padre de familia, de la madre, de los hijos, de todos los miembros de la familia, "en la recepción de los sacramentos, en la oración y en la acción de gracias, con el testimonio de una vida santa, con la renuncia y el amor que se traduce en obras" (LG 10). El hogar es así la primera escuela de vida cristiana y "escuela del más rico humanismo" (GS 52,1). Aquí se aprende la paciencia y el gozo del trabajo, el amor fraterno, el perdón generoso, incluso reiterado, y sobre todo el culto divino por medio de la oración y la ofrenda de su vida.

y en la generosidad en recibir y educar a los hijos: cfr. Surco 845-846;
845. Hay quien trae hijos al mundo para su industria, para su servicio, para su egoísmo... Y no se acuerdan de que son un don maravilloso del Señor, del que tendrán que dar especialísima cuenta.
Traer hijos, sólo para continuar la especie, también lo saben hacer - no te me enfades- los animales.
846. Un matrimonio cristiano no puede desear cegar las fuentes de la vida. Porque su amor se funda en el Amor de Cristo, que es entrega y sacrificio... Además, como recordaba Tobías a Sara, los esposos saben que "nosotros somos hijos de santos, y no podemos juntarnos a manera de los gentiles, que no conocen a Dios".

Forja 691.
691. Me conmueve que el Apóstol califique al matrimonio cristiano de "sacramentum magnum" -sacramento grande. También de aquí deduzco que la labor de los padres de familia es importantísima. - - Participáis del poder creador de Dios y, por eso, el amor humano es santo, noble y bueno: una alegría del corazón, a la que el Señor -en su providencia amorosa¡quiere que otros libremente renunciemos.
-Cada hijo que os concede Dios es una gran bendición divina: no tengáis miedo a los hijos!

En todo caso, y de modo adaptado a los oyentes, se debe recalcar que el matrimonio cristiano es una verdadera vocación y camino de santidad: Camino 26-27.
26. El Matrimonio es un sacramento santo. -A su tiempo, cuando hayas de recibirlo, que te aconseje tu director o tu confesor la lectura de algún libro provechoso. -Y te dispondrás mejor a llevar dignamente las
cargas del hogar.

27. ¿Te ríes porque te digo que tienes "vocación matrimonial" -Pues la tienes: así, vocación. Encomiéndate a San Rafael, para que te conduzca castamente hasta el fin del camino, como a Tobías.

Bibliografía

Textos básicos:

- TRESE, Leo, La fe explicada (Ed. Rialp), pag. 583-603.

Libros que requieren cierta formación:

- JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Familiaris Consortio, nn. 11-21, 36-39, 50 y 66-67
- BEATO JOSEMARÍA. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, homilía El matrimonio, vocación cristiana.
- MOLINÉ, Enric, Los siete sacramentos (Ed. Rialp), pag. 169-201.
- FROSSARD, André, Preguntas sobre Dios (Ed. Rialp), pag. 119-128.

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